CENTRO CULTURAL SAN FRANCISCO SOLANO

Lima, 20 de diciembre de 2023

MAS LEYES O MENOS LEYES

Por Antero Flores-Araoz


Recientemente en la celebración del aniversario de una institución gremial, a la que habían sido invitados algunos congresistas, los agremiados les solicitaban la expedición de normas que los ayudasen en sus actividades de emprendedores de la pequeña y microempresa.

Por supuesto los parlamentarios muy solícitos ofrecían cumplir con los deseos de los peticionarios, como si ya en nuestro país no tuviésemos exceso de normas legales. Hay incluso congresistas que se ufanan en el número de proposiciones legislativas que han presentado en el Parlamento, así no se hayan convertido en leyes, lo que llevado al ámbito deportivo es como sentirse orgulloso y sacar pecho por el número de intentos de hacer goles, aun ellos no hayan sido exitosos.

Simplemente como algo anecdótico, había hace algunos lustros un parlamentario que le encantaba presumir del número de proyectos presentados, tanto es así que analizado lo que había propuesto, se encontró que la mayoría eran proposiciones para crear escuelas de formación magisterial en prácticamente todas las provincias del Perú y en diversas otras ciudades.

Bueno pues, volviendo al objetivo de esta columna advertimos que muchísimas personas creen que los problemas del Perú se resuelven con más leyes. Error, como hemos dicho, tenemos exceso de leyes y lo que habría que pedir a los parlamentarios es que deroguen las leyes innecesarias, quiten tanto trámite, requisitos, procedimientos, licencias, autorizaciones, permisos y demás obligaciones, que le hacen la vida imposible a los emprendedores y, ello es una de las causas principales por la que los informales no desean formalizarse.

Hay leyes y otras disposiciones legales que nos abruman con requisitos absurdos, como por ejemplo obtener de la Superintendencia de Migraciones un permiso especial, para que los turistas puedan contratar, o para que los empleadores hagan a sus trabajadores exámenes médicos cuando son solo oficinistas y no realizan ninguna actividad de riesgo laboral.

Ésas normas, fuera de toda lógica, son las que se deberían abrogar en lugar de estar expidiendo más y más normas legales absolutamente inconducentes. Tenemos que terminar con el prurito de que las leyes lo resuelven todo.

Por otro lado, si bien es cierto que la ley solo se deroga por otra ley, la que puede ser expresa, aunque también hay la derogación tácita, como cuando existe incompatibilidad entre la nueva ley y la antigua, o cuando la materia de esta es íntegramente regulada por aquella (artículo I del Título Preliminar del Código Civil), lo deseable para evitar confusiones, es que todas las normas derogatorias sean expresas.

Ante la inmensa cantidad de leyes que eran ya inaplicables, obsoletas e incluso incompatibles con nuevas disposiciones, en el ejercicio parlamentario 2004 y 2005, creamos una comisión de estudio y de ubicación de todas las normas que convenía fuesen derogadas expresamente, para limpiar el panorama legislativo y, tiempo después gracias al congresista Santiago Fujimori se prosiguió con la tarea y se logró expedir las leyes 29477, 29563 y 31190, mediante las cuales se derogaron expresamente cientos de leyes.

La tarea expuesta aún no concluye, pero hay que hacerlo, pero principalmente expulsar del sistema normativo, las leyes que obstaculizan la inversión, que demoran la realización de los planes de negocios y que son un tremendo estorbo para nuestro desarrollo. Ténganlo claro: sin inversión no hay empleo y sin empleo no hay bienestar.